Yo me elegí para ilustrar un microrelato de Joan Ripollés Iranzo ( No olviden visitar su denso y muy bien surtido blog). Aquí lo tienen:
Garaje carnal
El ano dilató, parecía hipar o querer decir algo, pero, en realidad, el primer bochito asomó el morro verde y mojado. Le siguió el segundo, el tercero, el cuarto y, así, hasta ocho o nueve. Eran un puñado de llaveros engarzados que me había preocupado de comprar en un mercado chilango, aunque la etiqueta declaraba bien a las claras “Made in China”.
Los taxicitos de juguete formaban una hilera y a la nena le encantaba imaginar que su recto era una misteriosa autopista donde los pequeños autos entraban echando marcha atrás, para después salir ahumados por la bruma de sus respingos. Fabulaba masacres y accidentes, sangrientos atropellos en las sendas caldosas de su sexo que menstruaba.
No tenía la nena menos de diecinueve años ni más de veintidós y a veces prefería hacer pis en el lavamanos o en la ducha. Una tarde intentó orinar con los cochecitos en el coño y se cago (es un decir) de risa. Hay cosas que no se pueden.
Cuando acabé la ilustración yo mismo me dije:"Se me ha ido la pinza, esto es impublicable", y les hice esta otra versión, más light y tirando más por la cuestión esteticista antes que la anatomía patológica pura y dura.
En el post anterior asistimos a un agrio debate: ¿Me he aburguesado o sigo en el territorio undergráun? La cuestión se mantiene más candente que nunca con estos ejemplos: ¿Me he vuelto un pusilánime que se ha vendido al stablishment y el FMI?
Por cierto, ¿Adivináis qué ilustración han elegido los de Traspiés para ilustrar el relato?
Yo creo que eligieron la correcta.
No olviden preguntar en las librerías más distinguidas o pedir el libro en la página web de Traspiés.
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