sábado, 22 de enero de 2011

Recuerdos de Berlín

Frente al Reichstag, con más frío que pelando rábanos.


Pues sí señoras, estuvimos en Berlín la primera semana del año, una ciudad nevada y gélida pero llena de actividad y de alemanes. En la nochevieja estuvimos en la Puerta de Brandemburgo, allí nos topamos con la súbita aparición del único e inimitable David Hasselhoff cantando en genuino directo para alegrarnos la despedida del año. Apoteósico!!!!


David dándolo todo en el escenario!!!

Nos dimos una buena pasada por los principales museos, gigantescos y repletos de antigúedades y obras maestras. En fin, todo eso se puede consultar en cualquier guía turística, lo que para mí supuso un descubrimiento fue el pequeño museo dedicado a Kathe Kolwitz, una pintora y escultora de la que siento decir que nunca oí hablar.









Aqui tienen su historia, fue contemporánea de los expresionistas y dadaístas, aunque no formó parte activa de estos movimientos, su arte era más cercano a las capas sociales más bajas, gente de Berlín a los que ella conoció muy bien por la profesión de médico de pobres de su marido.

Madre con hijo muerto



Uno de sus hijos se alistó voluntario en la primera guerra mundial y murió en el frente, marcando definitivamente todo el arte de Kathe.



Pasamos la tarde en su museo, impresionados con la fuerza y el tremendismo de sus imágenes, la profunda humanidad de sus esculturas.Pocas veces he visto una representación más fiel del dolor, las expresiones de las caras que trascienden el papel y te miran a los ojos. La gran mayoría de obra gráfica eran litografías y carboncillos que me alucinaron por su sencillez de ejecución y lo perfecto del dibujo, esta mujer con apenas unos gestos rápidos se hacía alguno de los mejores dibujos que he visto en mi vida.
No entiendo cómo una artista tan grande no es un icono mundial del arte, sus figuras y su actitud antimilitarista la hacen universal, era ella misma la que nos miraba a los ojos desde la profundidad inmisericorde de sus autorrretratos. Salimos del museo sobrepasados por la visión directa de tanta muerte, horror y sufrimiento, pero al mismo tiempo había una pequeña llama de esperanza en esa madres que agarran a sus hijos para arrebatárselos al monstruo atroz de la guerra.


La llamada de la muerte, uno de sus últimos dibujos.


Monumento para un cementerio de soldados voluntarios de la Primera Guerra Mundial.Kathe se representó a sí misma y a su marido ante la tumba de su hijo.