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En estos días de Semana Santa creo que todos debemos mirar a nuestro interior en un acto de cristiana rectitud. Granada está tomada por esa multitud de fieles que adoran esculturas de madera y les hablan como si fueran personas humanas. Veo al alcalde en su palco forrado de terciopelo pagado con nuestro dinero, mientras el tipo sonríe a todas las viejas que pasan y le van a votar. Me meto en casa y me vuelvo a poner a Narco. Ojalá los nazarenos fueran zombis, al menos sería divertido.
Me voy al pueblo, allí ya conozco por donde pasan las procesiones y resultan más fáciles de esquivar. Que se den golpes en el pecho los pecadores cristianos que el resto del año se dedican a joder a todo el mundo, los demás vamos a beber, follar y adorar a Satán, que es lo nuestro.